En la antigüedad la gente tenía de una forma natural una actitud meditativa. La vida no presentaba complicaciones, y la gente tenía tiempo para sentarse tranquilamente sin hacer nada, o mirar las estrellas, los árboles, o escuchar el canto de los pájaros. Tenía intervalos de profunda pasividad. En esos momentos te haces más sano, más entero.
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